viernes, 26 de julio de 2024

Antología de poesía erótica-4

 


ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA

SIGLOS  XV-XX (parte 4) 

Editorial Torre de Viento



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Galanes, deciros quiero

palabra con que os holguéis:

que tenéis un ajuar

cuyo meter y sacar

por deporte le tenéis,

y con su vista sin cuento

a maravilla os holgáis.


Él es redondo y sin centro,

y ,para meterlo dentro,

con la mano lo tomáis.


(Adivinanza anónima del "Libro de diferentes

cosas", siglo de oro)


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No me dirás, Amor, que badulaque

puedo hacer en mi gusto aqueste trueque.

¿Con monjas me retozas? Yo pensé que

no enfermara en mi vida de este achaque


En fin, tú  quieres, niño, que me ataque,

y que, reteso y atacado, peque,

siendo curtido y afamado jeque

de los que dan y toman el zumaque.


Yo no sé distilar sin alambique,

y sin turquesa no sé hacer bodoque,

haz pues que con mil legas me trabuque


Mas si es fuerza que a monjas yo me aplique

haz que me pongan fácil el emboque

que yo sé de mi taco que hará truque.


(Soneto Anónimo, Cancionero Antequerano)


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Señora hermosa y rica,

yo quería recalcar

en ese vuestro albañar

mi pija quier grande o chica:

como el asno a la borrica

vos querría enamorar.


("Decir a manera de difamación..." de

Alfonso Alvarez de Villasandino,Cancionero de

Baena)


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Pues que muestras, sin afán,

bañadora fresca y nueva,

las pechugas del faisán

desnuda como una Eva,

yo quisiera ser tu Adán.

Y si, como a la primera,

apetito te viniera

de alguna fruta temprana,

por no darte una manzana,

dos albercoques te diera.


("Redondillas a una bañadora,de Jaime Orts,

en Cancionero de la Academia de los Nocturnos)

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Pero si siente su interior calórico

y halla su pecho por amar sulfúrico,

y encuentra a manos un romance histórico,

de algún galán que se llamaba Búrico,

mete los dedos en su alcázar dórico

aunque los manche con el ácido úrico,

y a su fe y a sus votos vil apóstata

el licor busca que engendró la próstata.


("La mujer", atribuido a Espronceda)

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Despierta, sí cerrada

caverna de coral. voy por tus breñas,

cabeceante, ciego, perseguido.

Abrete a mi llamada,

al mismo sueño que en tu gruta sueñas.

Tus rojas furias sueltas me han mordido.

¿Me escuchas en lo oscuro?

Sediento, he jadeado las colinas

y descendido al valle donde empieza

el caminar más duro,

pues todo, aunque cabellos, son espinas,

montes allí rizados de maleza.

¿Duermes aún? ¿no sientes

como mi flor, brillante y ruborosa

la piel, extensa y alta se desnuda,

y con labios calientes

-coral los tuyos y los míos rosa-

besa la noche de tus labios muda?

¡Despierta!


("Diálogo entre Venus y Príapo",1962, de

Rafael Alberti.)

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Juana, pues que no dais cabo

al tormento en que me veis

y de ordinario volvéis

a mis lástimas el rabo,

temo que queráis dinero;

si es cierto lo que refiero,

bien podréis de aquí adelante

besarme en el consonante

que tiene el verso primero.


(Letrilla, de Baltasar del Alcázar, siglo XVI)

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Y esto del porfiar

ha de ser medio burlando,

y dejarte retozar

y besar de cuando en cuando;

y si se fuere alegrando

y te lo quisiere hacer,

alzar las piernas arriba,

y con el culo cerner.


("Enseña la madre a la novia", anónimo,

siglo de oro)


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Antes me beséis

que me destoquéis,

que me tocó mi tía.

Antes, galán porfiado,

que destoquéis mi tocado,

tocad al lugar vedado

do se goza la alegría,

que me tocó mi tía.


(Letrilla anónima, siglo de oro)

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Tiene alforja y no es viajero,

tiene gorro y no es soldado,

tiene lana y no es carnero,

¿qué es?


(Adivinanza argentina, anónima)


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Lágrimas de aljófar

llora mi Pedro,

blancas como nieve

aunque es moreno.


(Seguidilla anónima, siglo de oro)


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Esto tus pesares quita,

y a ser tu remedio viene,

pues si con pena infinita,

que de las cañas te tiene

el dulce almíbar ahíta.

Pero si tanto te daña

enfermedad tan extraña,

si quieres digerir bien,

has de dejar que te den

una ayuda con mi caña.


("Redondillas a un señora que solamente

comía cañas dulces", de Jaime Orts)


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Continuará...



La oración de San Gregorio, poema de Félix Mª de Samaniego

 



LA ORACIÓN DE SAN GREGORIO


Un cura y su criada en una aldea

la noche de difuntos

se calentaban juntos

al fuego de una grande chimenea.


La doncella era joven y graciosa

tanto como inocente,

y el cura un hombre ardiente,

de barriga y gordura prodigiosa,

porque siempre estos bienaventurados

son de salud por el Señor colmados.


Al ir al dormitorio

la mujer dijo al cura, compungida:


-¡Ay, señor! Estarán en la otra vida

almas del Purgatorio

esta noche esperando

los sufragios que allí vayan llegando

de unas y otras gentes,

para subir al Cielo,

y, aunque he rezado yo por mis parientes,

no sé si este consuelo

lograrán por mis cortas oraciones,

porque esto también anda en opiniones.


-Cierto -le dijo el cura, suspirando,

desnudo ya, subiéndose a la cama

y sus formas rollizas enseñando-;

cierto que no hay sufragios suficientes

para sacar las ánimas benditas

de la llama cruel del Purgatorio,

si no es cierta oración de San Gregorio

que consigue indulgencias infinitas.


Cada vez que se reza por un alma,

sube al instante al Cielo con su palma;

mas no puede rezarse

sino entre dos al tiempo de acostarse.




-¡Oh! Si en esto consiste,

-respondió la doncella-,

señor cura, por Dios que la recemos

entre los dos, y luego dormiremos;

iránse por mis padres aplicando

al tiempo de ir rezando.


-Bien: aunque tengo sueño, dijo el cura,

lo haré porque te estimo:

acuéstate a mi lado

y no tengas cuidado

si en medio del fervor a ti me arrimo,

porque estas oraciones

tienen su ahogo y sus espiraciones.


Con arreglo a tales circunstancias,

rezaron juntos la oración primera,

que se aplicó a la madre

de la pobre soltera,

y ella exclamó: -Prontito por mi padre

recemos, señor cura, que no dudo,

por el placer que el rezo me ocasiona,

que mi madre en el Cielo se corona.


Como mejor se pudo,

y a fe que bien lo hicieron

después rezando fueron

por los tíos, hermanos

y parientes lejanos

de que se fue acordando la mozuela,

y en fin sólo un abuelo

faltaba de tan larga parentela

que conducir al Cielo.



El cura ya cansado

porque había salvado

con su santa faena

diez ánimas en pena,

por más que se afanaba

se encendía y sudaba

y mil esfuerzos con vigor hacía,

arrancar aquel muerto no podía;

y la moza, notando

esta falta, le dijo: -¿Qué? ¿Mi abuelo

no ha de subir al cielo?


A que respondió el cura desmontando:


-No, porque él no rezaba a San Gregorio.

¡Déjalo que se esté en el Purgatorio!


(Félix María de Samaniego)






Antología de poesía erótica-5

 



ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA

SIGLOS  XV-XX (parte 5) 

Editorial Torre de Viento

Entre dos blancas greñas inclinado,

desnuda del prepucio la cabeza,

los labios fixos en mayor belleza

que domina el Macín dios açotado;


el mondonguil timón almidonado,

bruñido el pomo de naturaleza,

assidos los pulpones de terneza,

estava un joven bello arrebatado,


a la bagassa Venus offreciendo

de mondongo reciente un sacrificio,

cocido con valano vadulaque;


junta copia de lágrimas vertiendo

en aquel devotíssimo exercicio

que de tanto llorar está hecho un çaque.


(Soneto anónimo, siglo de oro)

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Soñando estava una noche Artemidora

que atizava su fuego don Clotaldo:

hirvió el puchero, derramóse el caldo,

y almidonóse en balde la señora.


Sin que poden su parra gotas llora,

no dize a su querido amor: "tomaldo,

para vos lo guardé, solemnizaldo,

y alzadme hasta los hombros la alcandora".


Despertó hecha un lago de quaxada;

corrióse de gastar su zumo en vano,

y limpiando las barbas al mozuelo,


dixo: "mal haya el diablo, que mojada

tenéis la complexión, señor fulano,

holguémonos de hoy mas ya sin rezelo.


(Soneto anónimo, siglo de oro)


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Amaina el toldo, pálida podenca,

que bien conozco el galgo que te tumba,

y sé que el pozairón se te derrumba

del continuo escanciar a la flamenca.


Lava esas piernas, salpicada penca,

y el morterazo en que te das cachumba,

do se dicen responsos como en tumba,

ya que el clero te toma por mostrenca.


Deja el pausado hablar por alambique,

y la ufanía de gallina clueca,

y ese follón repulgo de hogaza,


que pues tu roto barco se va a pique,

guardo mi hacho para mejor chueca,

y para mejor mula mi almohaza.


(Soneto atribuido a Góngora)


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El dulce peso del mancebo siente,

y en el desnudo muslo y la rodilla

recibe su calor, mueve impaciente

del empeyne la suave almohadilla,


provoca al valeroso combatiente

con saltos de lasciva rabadilla,

juntando el labio a las mexillas tiernas,

enlazando ambos brazos y ambas piernas.


("Perico y Juana", de Iriarte)


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Señora, quite allá su dinganduj,

que ya saqué mi harina de su troj,

porque ha dado más veces que un reloj

y está más estrujada que el oruj.


Cuando ella hizo primera, yo hice fluj,

y entonces trabajaba con mi boj.

Mas quítese allá, señora, ¡oj!,

que me huele muy mal su almoraduj.


(Soneto anónimo, Cancionero Antequerano)


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Es la lluvia miradas de ángeles gloriosos,

acordes de cristales.

Y sobre todo esto:

la alegría de estar no junto,

ni sobre, ni tampoco dentro,

sino en ella.


Confundidos los dos,

más que fundidos.

Hechos ya un sólo cuerpo,

un alma sola

que se besa a sí misma

por los espacios blancos,

olvidada del mundo.


("El alba", de Manuel Altolaguirre)


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lunes, 17 de junio de 2024

El taranlarera- Hadit


EL TARANLARERA

Ayer tarde vide a Joaquinita

y como era inocente y soltera, 

ignoraba del taranlarera

los resortes del taranlará.

 *

¿Estás sola? Le dije quedito.

Sí señor, que mi tía está fuera.

Pues si quieres que taranlarera,

 jugaremos al taranlará.

 *

¿A qué juego? Me dice asustada,

que no entiendo ni uno tan siquiera.

Es el juego de taranlarera

que se juega con taranlará.

 *

Arriméla, por fin, una silla.

¡Que no quiero! Me dice severa.

Que mi tía taranlarera

me dice que esto taranlará.

 *

Convencíla por fin con palabras

y rindióse como una cordera,

que en el juego de taranlarera

comenzamos el taranlará.

 *

Y la niña jugaba el tal juego

cual la misma diosa de Citera,

arrastrando el taranlarera

en los casos del taranlará.

 *

Acabamos por fin una mano

y la niña pidió placentera

y a la cuarta taranlarera

yo ya estaba sin taranlará.

 *

Yo le dije: no tengo más cartas.

Y ella entonces me dice muy fiera:

Miren qué hombre de taranlarera.

que no tiene más taranlará.”


 

El pájaro extranjero- Hadit

 


Canción nueva del potrito- Hadit


 



















jueves, 6 de junio de 2024

Antología de poesía erótica-3

 


ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA

SIGLOS  XV-XX (parte 3) 

Editorial Torre de Viento



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Estábase Teresa de Locía

atando el cenogil, la pierna alzada,

toda patitendida y destapada,

pensándose que nadie la veía.

Lucas Gil la miraba y pretendía,

y, viendo la ocasión aparejada,

acometióla sin decirla nada,

por no aguardar lo de hoy para otro día.


("Estábase Teresa de Locía", atribuido a Quevedo)

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Cierto galán de luz con doña Flora

deseó tener cópula seis años,

y después de mil castos desengaños,

y haberle dicho tierno que la adora,

aplazó puesto y señalada hora.

Con efectos de amor, gustos estraños,

quitóse el martingala, quedó en paños,

y púsose en postura la señora.

Con el escudo solo, como diestra,

el encuentro del joven esperaba,

mas aflojó la lanza y doblegóse.

Y aunque ella en aquel acto era maestra,

viendo que sin provecho le animaba,

quedó por suyo el campo y retiróse.


(Soneto anónimo, siglo de oro)

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Dama: Soy muy delicada.



Galán: Vida, que no es vicio

aunque en ese oficio

poco ejercitada.


Dama: ¡Ay de mí, cuitada,

que viene muy tieso!

¡No me haga eso

que me hinca un güeso!

Para una adarga

es ese bohordo,

según es de gordo.


(Zarabanda anónima, siglo de oro)

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¡Agua, dalde agua,

quel fuego está en la fragua!

Estábase la moza

despaldas en el lecho,

las piernas abiertas,

y, mirando al techo,

dice con despecho:

¡Agua, dalde agua,

quel fuego está en la fragua!


(Coplas anónimas, siglo de oro)

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Métala,pues, hermana, por su vida,

para que el panadizo se reviente,

dentro del agujero

que de las ingles hallará frontero.


("El panadizo", atribuida a Samaniego)

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Oh nabo de mi contento,

bendito el que os ha criado,

y bien haya la simiente

de que fuisteis engendrado!

Echaros he en mi puchero,

entero y sin quebrantaros,

para que no peguéis,

procuraré menearos.

No quiero para mi olla

más especies ni recados:

sólo, para daros gusto,

os echaré dos garbanzos.

Y para que florezcáis

os iré yo regalando,

y os regaré algunas veces

con el agua de mi caño.


(Romance anónimo: "Fue Teresa a su majuelo",

Siglo de oro)

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Hallándose dos damas en faldetas,

tratando del amor con mucha risa,

quitaron las faldillas y camisas,

por hazer más gustosas las burletas.

La una con la otra recio aprieta,

mas dales pena ver la carne lisa,

y entonces llegó Amor con mucha prisa

y puso entre las dos una saeta.

La una se apartó mui consolada

por haver ya labrado su barbecho;

la otra se quedó con la agujeta,

y como se miró viéndose armada

por el daño que el dómine havía hecho,

le puso por prisión una bragueta.


(Soneto anónimo, siglo de oro)

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Eros, yo quiero guiarte, Padre Ciego...

Pido a tus manos todopoderosas

¡su cuerpo excelso derramado en fuego

sobre mi cuerpo desmayado en rosas!

La eléctrica corola que hoy despliego

brinda el nectario de un jardín de Esposas;

para sus buitres en mi carne entrego

todo un enjambre de palomas rosas.

Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,

mi gran tallo febril...Absintio, mieles,

viérteme de sus venas, de su boca...

¡Así tendida soy el surco ardiente

donde puede nutrirse la simiente

de otra Estirpe sublimemente loca!


(Soneto "Otra estirpe", de Delmira Agustini,1924)


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Alzó Venus las faldas por un lado,

de que el herrero sucio, enternecido

por el botín que descubierto vido,

quiso subir hasta lo más cerrado.

Arrojó las tenazas denodado,

lleno de tizne y del hollín vestido;

tentó la hornaza do formó a Cupido

y echó las bragas y el mandil al lado.

Sintióse Venus poque tal hacía

y al defenderse tuvo manos mancas

por estallo la puta deseando;

por más que dijo que era porquería,

se estuvo queda y alargó las ancas

al ajo y queso de que fue gustando,

hasta que, en acabando,

dijo la puta: Bien está lo hecho;

que no cabe en un saco honra y provecho.


(Soneto "Exceso y celo de la señora Venus",

atribuido a Quevedo)

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Continuará...



Antología de poesía erótica-4

  ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA SIGLOS  XV-XX (parte 4)  Editorial Torre de Viento   -o-o-o-o- Galanes, deciros quiero palabra con que os holg...